viernes, 26 de septiembre de 2008
MAS CLARO NI EL AGUA
MAS CLARO NI EL AGUA
El metabolismo del agua de la ciudad de México.
Después de sesenta año de crecimiento a costa del territorio rural, la megalópolis de la Ciudad de México esta en su peor momento de expansión. La política de Felipe Calderón de expulsión de la población campesina, de impulso a los negocios inmobiliarios, la industria automotriz y los agrocombustibles, amenazan no solo con hacer crecer mas la mancha urbana, profundizar sus graves problemas y conducir a toda la región central al colapso ambiental y social. Como ello se suma la crisis climática e hídrica mundial y a la recensión económica en estados unidos, que cierra el empleo de los inmigrantes y su envió de remesas a México, redunda en el flujo de cada vez mas inmigrantes a las urbes del centro del país.
La relación de la ciudad con el campo (que de por si es injusta) y el modo como el capitalismo mexicano mas administra las crisis ambiental y económica, llega a extremos en los que cada vez mas comunidades rurales y urbanas enfrentan situaciones limite de supervivencia, lo cual encienda cada día mas conflictos en todo el país. La evidencia más clara de los peligros de la insustentabilidad actual es, quizá, la manera completamente irracional como funciona el metabolismo del agua del segundo conglomerado urbano más grande del planeta.
Desde hace mas de cincuenta años , la ciudad de México supuestamente no puede sobrevivir con sus propias reservas de agua, pues las de su subsuelo solo abastecen 70% de su consumo, y el restante 30% se trasvasa y roba desde las cuencas de los ríos Lerma y Cutzamala, en el valle de Toluca. Cuando la ciudad fue reconstruida en el periodo colonial, el agua era vista como abundante y los gobiernos se acostumbraron a desperdiciar el agua de los ríos y la lluvia. Así, la ciudad nunca contó con una política de protección de bosques ni de la edificación de obras para la captación del agua pluvial. Por ello, el agua limpia de la lluvia hoy se continúa mezclando con las aguas negras de la ciudad. La falta de mantenimiento en la red de distribución del Distrito Federal provoca, además, que 35% del agua que ahí corre se desperdicie en el subsuelo por fugas.
La sobreexplotación de los mantos genera hundimientos que se manifiestan en cada vez mas gritas que destruyen las casas de los vecinos que habitan sobre el perímetro de lo que fue el antiguo lago (acuitardo), lo que adicionalmente reactualiza el peligro de inundación en las zonas de mayor hundimiento de la ciudad. Si la catástrofe no es mayor es por que simultáneamente ocurre otro proceso irracional: millones de litros de agua contaminada por la industria, el comercio, basureros y consumidores domésticos se arrojan fuera de la ciudad, al valle del Mezquital, en Hidalgo donde comuneros y ejidatarios hñahñu la usan para regar cultivos que consumen ellos y los habitantes de la ciudad de México. La ciudad consume 72m3 por segundo y descarga, entre 40 y
230m3 por segundo según la estación. La contaminación de las infraestructuras y del subsuelo urbano genera que cuando el agua de los pozos llega a los hogares de los habitantes de la ciudad, esta contiene materia fecal, solventes, detergentes, gasolina, pinturas, químicos, metales pesados y otras sustancias cancerigenas.
La injusta y desigual distribución del agua permite abundancia y despilfarro en el poniente de la ciudad, para las zonas residenciales, los clubes de golf, etc., y en el norte, para las zonas industriales, comerciales y de servicio, mientras los barrios populares del oriente y el norte padecen severas carencias en la calidad y cantidad del líquido.
El robo del agua que la ciudad de México impulso al valle de Toluca produjo la desecación de su lago y la sobreexplotación de sus acuíferos.
Por eso el crecimiento voraz de la Ciudad de México hace tiempo le marco límites infranqueables al desarrollo equilibrado de ese valle. Sin embargo la ciudad de Toluca se ha esmerado en depredar los recursos naturales y en descargar sus inmundicias en el entorno indígena campesino.
En el norte de la ciudad, el cambio del patrón industrial de los años ochenta, el desempleo, la descomposición social y la crisis de las maquiladoras llevaron a que los grandes poderes mexiquenses hicieran negocia al convertir esta zona en un laboratorio para la construcción de cientos de miles de casa que semejan los campos de concentración de Auschwitz o Treblinka, con sus torres de telefonea celular, sus outlets, centros comerciales, malls, tiendas de convivencia, gasolineras y gaseras, megabasureros, incineradores y aeropuertos que sobreexplotan los acuíferos de la zona.
Sin una escala industrial similar, el desastre ambiental al oriente de la capital del país es extraordinario en Puebla y Tlaxcala. Como se aprecia en el mapa, la abundancia regional originaria de un agua que nunca fue exportada a la ciudad de México, posibilito un gran crecimiento industrial y urbano mucho mayor que el del Valle de Toluca. Mientras, al sur, en el estado de Morelos y en el suroriente del estado de México, aunque se intento desarrollar zonas industriales en Cuernavaca y Cuautla, lo mismo que en red de maquilas para exportación, la crisis económica y el fracaso del plan Puebla/Panamá detuvieron los proyectos. Así, a la manera del norte de la ciudad de México, brotaron políticos y empresarios montados en la política nacional de descampesinizacion y en los estímulos y corruptelas a favor de la urbanización, para especular con negocios de unidades habitacionales, nuevas carreteras, gasolineras, centros convencionales, hoteles, universidades privadas, parque acuáticos, clubes de golf, que también empujan hacia un crecimiento que amenaza las ultimas reservas de agua limpia de la región central del país.
Durante los últimos años numerosos expertos señala que la población de la capital del país ya no crece, sino disminuye. Esto oculta el visible hecho de que, en realidad, la ciudad en su conjunto (el DF mas las áreas con urbanas de los estados de México e Hidalgo) y la corona de ciudades, pueblos y municipios que la rodean, crece desorbitadamente, ocasionando el agotamiento de las reservas forestales, suelos, aguas, aires limpios y climas, la contaminación irreversible de cuencas completas que se ubican mucho mas allá del territorio de la corona, así como el desastroso trasvase de aguas de la vertiente de4l Pacifico hacia el Golfo de México. Lo que encamina a decenas de millones de personas hacia un colapso ambienta y social sin precedentes.
Frente a esta situación de catástrofe, diversas comunidades dan señales de vida al proponer nuevas formas de uso del agua que no están basadas en la destrucción del campo y de los campesinos, ni en la depredación o el consumo ilimitado de recursos. Es el caso de los proyectos de regeneración socioambiental para la recuperación de barrancas en la delegación Álvaro Obregón y Magdalena Contreras; programas comunitarios para rescatar recursos naturales y articular la organización ecológica con la educación, salud y la atención de la población; la construcción de “azoteas verdes” promovidas en algunas unidades habitacionales del Movimiento Urbano Popular; las acciones comunitarias para la recarga de mantos acuíferos en el parque de San Miguel Teotongo a la construcción de banquetas de grava en unidades habitacionales y barrios del MUP, así como la construcción y manejo exitosos de plantas de tratamiento de aguas residuales en El Chapulín, Naucalpan. Mención especial merece el esfuerzo comunitario de rescate integral del Salto de San Antón, en Cuernavaca, por la construcción colectiva de Biofiltros de agua, la limpieza de basura en el lecho del salto,
La sustitución de letrinas convencionales por letrinas secas en las casa que arrojan sus desechos al río Apatlaco, la construcción de cisternas familiares y comunitarias para la captación de agua pluvial, los programas de clasificación y manejo de basura, la socialización de su experiencia con otras organizaciones comunitarias, así como la movilización callejera y la oposición argumentada al emplazamiento de un nocivo megabasurero en la estratégica zona de las barrancas de Lomas de Mejía.
La magnitud de la crisis del agua de la megalópolis da pie a pensar que estas luchas de resistencia local son insignificantes, pero no lo son en absoluto. Miradas en el espejo de la destrucción constituyen esfuerzos extraordinarios por defender la vida inmediata de las comunidades. Y adquieren una dimensión mayor cuando pasan a formar parte de un movimiento popular organizado que no solo propone soluciones inmediatas, sino que además cuestiona las causas de fondo de la actual devastación: las políticas de descampesinizacion, la urbanización salvaje, la depredación de los recursos, la destrucciones de lo colectivo y lo publico, la privatización del agua, la corrupción de las autoridades, pero, sobre todo, la forma social y el contenido material del capitalismo actual.
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