viernes, 26 de septiembre de 2008
HERRAMIENTAS PARA SEMBRAR AUTONOMIA.
El problema. En México el ataque de las transnacionales y los gobiernos federal, estatal y municipal contra las comunidades campesinas e indígenas es muy vasto, muy brutal. Quieren expulsar de sus vitales espacios a la gente que ha cuidado sus territorios y sus recursos (agua, bosque, biodiversidad) mediante una vida dedicada a la siembra, la caza, la recolección y artesanía en convivencia respetuosa con los seres naturales y espirituales con quienes forman una unidad.
Ante este ataque, las comunidades comienzan a entender que ser expulsados del campo mexicano los llevara (como trabajadores casi esclavizados) a los campos de labor de las grandes empresas que roban la riqueza de los territorios de donde fueron expulsados. Comienzan a entender que cuando tienen que irse a las ciudades, hacen mas graves la necesidades de la ciudad, por ejemplo el agua, la basura, y se enfrentan a cantidad de problemas que no imaginaban estando sus regiones. Una ciudad con más problemas empuja por apoderarse de más recursos del campo, lo que permite que los gobiernos y las empresas intenten despojar a más y más campesinos de su tierra, sus recursos, sus espacios y su libertad.
La decisión. Repensando juntos en talleres, seminarios y encuentros, los pueblos indios han concluido que es urgente no quedarse con una visión chiquita del mundo. Que están solos ante las opresivas leyes (que con mañas aprobó el Congreso federal para darle manga ancha a las empresas), y que solos habrán de enfrentar los ataques que sufren. Saben que fortalecer la autonomía en los hechos, en la vida cotidiana, es igual de urgente y los pone a pensar, como sus ancestros les decían, integralmente.
Las tareas. De todos los rincones de México, desde las asambleas de las comunidades indígenas salen propuestas:
1.- Hacer un diagnostico detallado de sus regiones. Quiénes son los caciques, quienes tienen el poder en las regiones. Qué agencias del gobierno dividen a las comunidades. Cual es el papel de los programas de asistencia, educación, cultura y desarrollo que impulsa el gobierno. Que impacto tiene que le certifiquen parcelas individuales en un territorio que antes era común, trabajo en común.
Por qué quieren certificar el quehacer de los médicos tradicionales. “Por qué quieren saber cuantos ojos de agua tenemos y por qué quieren certificarlos. Cómo fortalecer nuestro espacio de participación política, no la de los partidos y las elecciones, sino aquí, ahora, en las regiones donde vivimos. Quiénes tienen el poder económico y político en las regiones, el país y a nivel internacional. Cuales empresas intentan apoderarse de todo. Qué megaproyectos quieren imponer y cuales serian sus efectos. Quiénes son los intermediarios que meten mercancías en las regiones, encarecen la vida de las comunidades y crecen el número de cosas que realmente no nos sirven. Cómo vamos a ejercer un autogobierno y proyectos conjuntos entre iguales a nivel regional, cuando las comunidades aisladas no pueden realmente romper cerco alguno”.
2.- Repensar la visión de lo que es una región. Pensar la nación desde las comunidades y pensar el nivel comunitario desde el punto de vista de una complejidad nacional y global. Hay que ser como pájaros y ver el panorama, el horizonte, completo.
3.- recuperar la iniciativa propia, lo creativo, haciendo caso de lo que realmente necesitan los pueblos- y no lo que nos han impuesto o quieren imponernos. Como desmontar o darle la vuelta a las mediciones y la corrupción. Acercar la vida y las decisiones es reconstituirnos como comunidad, como pueblo indígena, como sujetos.
4.- Recuperar nuestra historia. Y los saberes tradicionales y actuales que desde hace siglos le dan vida a nuestro territorio. Hay que hacerle caso a los ancianos y a los sabios. Repensar quienes éramos, por que nos quieren desaparecer y como defendernos.
5.- Entender nuestra verdadera soberanía. Casi todos los bosques son custodiados por los pueblos indígenas, son de las comunidades, y los cuidan en colectivo. Pero que soberanía tendremos cuando la conservación de nuestros recursos este regulada por el precio de los bonos de carbono y de servicios ambientales hidrológicos en la bolsa de valores de Nueva York. No queremos que el control economito de fragmentos de nuestro territorio integral este secuestrado por patentes, certificaciones, contratos con empresas, dependencia de las transnacionales productoras de semillas transgénicas. Ni por un gobierno corrupto y represor.
6.- La propiedad individual de la tierra rompe los territorios. Hace imposible el cuidado integral comunitario del bosque y nos parta de nuestro cuidado del agua. Con el pretexto de la ‘seguridad jurídica sobre la propiedad de la tierra’, únicamente garantizan que los inversionistas privados nos invadan.
7.-Privatizar la tierra rompe la organización comunal. Cuando la tierra se vuelve propiedad individual ya no permite que los pueblos indígenas decidamos sobre nuestro territorio o que cuidemos lo que la madre tierra nos ha dejado como encomienda para disfrutar y dejar a las siguientes generaciones.
8.- Las empresas quieren dominar la organización profunda de las comunidades. Pero nosotros conocemos nuestros territorios, sabemos como están y como cuidarlos. Tenemos lo necesario para gobernarnos, mediante nuestras asambleas, a nuestro propio y respetuoso modo. Ya no podemos permitir tantas normas impuestas, pues acabaríamos haciendo solamente lo que ellos quieren. Sin nuestra tierra no podemos ser los que somos.
9.- Hay que negarnos a los modelos tecnológicos que promueven y nos imponen plantaciones, planes de manejo, individualización y comercio de tierra, registros de propiedad de fuentes de agua, biopirateria, semillas transgenicas, servicios ambientales y ecoturismo. Estas maneras de “reordenar el territorio” aíslan y rompen nuestra relación comunitaria con el entorno. Liquidan las estrategias de cuidado desde hace siglos durante nuestros pueblos y sustituyen los saberes ancestrales de cuidado por conocimientos profesionales, de oficina, que no sirven.
10.- Debemos defender nuestra visión, que integra nuestros territorios – bosques, tierra, agua, cultivo de maíz y autogobierno. Los proyectos aislados no sirven. Solo nos fragmentan más.
11.- Cultivos que refuercen soberanía. La primera soberanía, la más fundamental autonomía, es organizarnos para producir nuestra propia comida.
Debemos defender por todos los medios el maíz, que no es un producto sino un modo de vida plena, una vida de sembradores, de campesinos, que cuidamos el maíz criados y enseñados por la milpa (que es una comunidad que nos enseño el valor de la diversidad) donde el maíz se relaciona con muchas otras plantas. Si lo pueblos, o las muchas comunidades campesinas, producen su propia comida, no tienen que pedirle permiso a nadie para ser, para existir. Esta es una propuesta muy fuerte. De ella surgen los fundamentos de la autonomía de nuestras comunidades campesinas indígenas, rurales.
Es urgente defender nuestra vida en la siembra produciendo nuestra comida. Nuestras labores no son un empleo para comprar comida con un sueldo de explotados, es acto creativo que refuerza la plenitud de la comunidad.
Solo con maíz nativo propio (no su versión desfigurada y transgenica comercial) cultivado por la comunidad para depender los menos posible del mercado, podemos defender el agua, los bosques, los recursos naturales, los saberes agrícolas, médicos y otras técnicos ancestrales y actuales, y todo nuestro sistema de imparticion de justicia, las asambleas y el trabajo colectivo. Sin maíz cultivado por nosotros no hay autogobierno en las comunidades. Si no existe más la posibilidad de tener maíz propio, nos vuelven dependientes de las compañías que diseñan y producen semillas comerciales. Y acabamos de obreros en la ciudad.
12.- La comunidad. Otro pilar de la autonomía es la comunidad, que es el espacio donde nos completamos un poco, pensamos, entendemos y trabajamos juntos. Donde tenemos un profundo respeto por lo sagrado, por impartir justicia buscando un entre quienes formamos la comunidad, sin castigos inhumanos; por respetar y darle valor a cada uno de los miembros del colectivo. En la comunidad hay conflictos, como en cualquier rincón del mundo. Hay violencia. Pero en las comunidades uno solo esta “podrido” pero con lo que sienten, piensan y buscan los otros con cada quien, formamos comunidad. La autonomía es un intento, una herramienta, como el arado, para evitar que se desgaste nuestra comunalidad: lo que soñamos y logramos juntos. Es un intento para renovarlo todo vez tras vez.
13.- Asambleas. Hay que reforzar los espacios de decisión entre iguales. Donde pensamos juntos. Las asambleas son la máxima autoridad de la comunidad porque en ellas cada quien puede decir su palabra y ser escuchad. Su palabra tiene peso.
Hoy en muchas regiones las asambleas ya no son muy fuertes, pero hay el impulso por revivirlas, y volver a trabajar pensando y entendiendo en común, juntos.
Donde las asambleas son fuertes, los programas de gobierno, los caciques que invaden o las empresas con sus tretas no logran mucho, por que la claridad de la asamblea frena o resuelve los problemas. Donde las asambleas son débiles, la comunidad se rompe y pierde, poco a poco o de repente, la fuerza para resistir las invasiones, la corrupción y los programas de gobierno.
14.- Autoridades. Una comunidad o una alianza de comunidades necesitan autoridades que sirvan a la gente, a esas asambleas generales.
Las leyes agrarias solo reconocen a las autoridades agrarias. Pero son igual de importantes los gobernadores tradicionales, los sabios, que actúan y aconsejan desde la tradición y la cosmovisión de una comunidad o de todo un pueblo. Juntas, las autoridades agrarias y tradicionales se vuelven un consejo de gobierno que le da mucha fuerza a la comunidad poniendo en practica las decisiones tomadas por la asamblea general de habitantes y no solo a los comuneros reconocidos en los estatutos de bienes comunales o ejidales derivados de la Constitución mexicana. Al ser un consejo de gobierno que responde a la asamblea, que “manda obedeciendo”, la autonomía logra gran legitimidad.
15.-Territorio. Para que la autonomía sea posible tiene que tener, como centro de toda acción, el territorio que le da vida.
El territorio es el balance que hemos logrado en siglos o milenios de relación con la naturaleza.
El territorio no es solamente la tierra. Son también el agua, el bosque, la biodiversidad, los recursos naturales (“los seres vivos materiales y espirituales”, dice los Zapotecos de la sierra Juárez de Oaxaca), la tierra y, sobre todo el saber colectivo acumulado que relaciona todo lo que ahí existe. Sin estos saberes ancestrales y actuales, los pueblos indígenas no seriamos lo que somos. (Cuando llegan funcionarios a promover políticas ajenas y nos dicen que nos van a ayudar a reordenar el territorio para “expandir nuestras capacidades productivas y ecológicas”, las comunidades indígenas reímos”. Eso es lo que hemos venido haciendo por lo menos hace diez mil años”, contesta la comunidad. El territorio es ya un orden, un equilibrio con todo. “Nosotros sabemos donde ranchear, donde sembrar, como hacer que el bosque viva y se mantenga, como hacer que llegue la lluvia y a donde”)
Debemos repensar nuestra condición, entender que lo que hemos hecho por siglos vale, sirve, y que es crucial controlar nuestros territorios. Sin territorio, sin este tejido de saberes antiguos y actuales que nos han permitido sobrevivir, cualquier respuesta aislada fortalece el ataque contra nosotros.
16.- La tierra es invaluable. Ser campesinos nos hace reverenciar, respetar y entender el profundo valor de la tierra, la Madre Tierra. “Ella nos cuida a todos. No es solo un madre como dice la gente, es nuestra hermana, nuestra hijita, y por supuesto nuestra amante. Le pertenecemos, no la poseemos, y por supuesto, no tiene precio”, dice don Simón de la Cruz, sabio huichol. Un campesino nahua de San Salvador Atenco lo dijo cuando enfrentaba la amenaza de un aeropuerto en sus tierras: “Fijarle precio a una tierra de cultivo es una agresión, no importa sea el precio, sean siete, setenta, setecientos, siete mil, setenta mil o siete millones, billones o trillones, nunca podrán igualar lo que esta tierra puede producir con mi cuidado, el de mis hijos, mis nietos, mis bisnietos o tataranietos hasta el fin de los tiempos”.
17.-Economía. Si somos cultivadores, cuidadores del mundo, campesinos que sembramos nuestra propia comida, tenemos la urgencia de salirnos, lo más posibles, de la economía de mercado. Muchas comunidades insisten en que no son cultivos de subsistencia o autoconsumo, sino cultivos soberanos. “Producir para vender y luego comprar comida”, dice una autoridad zapoteca, “nos hace perder nuestra soberanía alimentaría y laboral, siendo que somos gente de maíz. Un pueblo que compra semillas, que compra comida, no es un pueblo que pueda gobernarse a si mismo. Debemos estar orgullosos de cultivar y criar nuestro propio maíz pa’ que coma la familia, la comunidad, reforzar nuestros saberes antiguos, lo de nuestros ancianos, y buscar las nuevas tecnologías integrales que este de acuerdo con estos saberes y los complementen. Debemos recurrir a subsidios autónomos y fijar nuestros propios precios de garantía a nivel regional entre las comunidades que nos aliemos para hacerlo. Debemos atrevernos a dejar de gastar en alimentos industrializados que no nos son indispensables. Hagamos un llamado a los migrantes para que nos apoyen. Hay que regresar a los mercados pequeños, basados en el trueque, o en el intercambio local, para lograr una vida más manejable. Hay que consumir lo que producimos, en nuestras regiones; podemos producir lo que requerimos”.
18.- Tiendas comunitarias. Podemos instalar tiendas comunitarias regionales, que le den la vuelta a los intermediarios, los caciques regionales que introducen mercancías en muchas regiones y que encarecen muchísimo los productos. Impulsar así un comercio local, comunitario, para servir a distantes rancherías, con precios bajos y ganancias que van directo a la administración supervisada por las asambleas.
19.- Educación alternativa. La escuela nos esta acabando. Mientras no busquemos una educación basada en nuestra propia visión, con conocimientos y saberes que nos sirven para ser libres no vamos a lograr nada. Hay que buscar modos nuevos de crear situaciones donde todos aprendamos. Buscar que los jóvenes, como voluntarios, practiquen muchas técnicas antiguas y actuales para ahorrar leña, captar agua, que hacer con la basura, hacer abonos orgánicos, cuidar el bosque, combatir incendios, guardar e intercambiar semillas tradicionales, recuperar suelos erosionados no solo a nivel de parcela sino a nivel micro regional, revitalizar aguajes, diversificar cultivos y actividades para recuperar nuestro territorio y reforzar sus orillas con proyectos integrales propios. Reforzando la orilla del territorio en tierras recuperadas les da a los jóvenes un sentido de la resistencia que luego otros no tienen. Con talleres de intercambio de experiencias los jóvenes se empapan de los problemas y se vuelven grupos de estudio y trabajo, a nivel milpa, donde combinan saberes antiguos con la más alta tecnología.
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2 comentarios:
!!hola!!, saben me encuentro realizando un ensayo del Alto Río Lerma, y su blogger OBSERVATORIO DEL AGUA, me ha sido de mucha ayuda, es incleible la situación en la que se encuentra el Río Lerma, es vergonsoso que las autoridades permitan esta atrocidad, lo que es maravilloso es que exista un foro en su defensa.
Les agradezo por crear este blogger, es maravillos, antes de realizar este ensayo, no conocia nada sobre el Padre Río Lerma y actualmente conozco deaciado sobre el y es impresionante lo que es el para nosotros.
!!adelante, tenemos que salvarlo!!!
QUERIDOS AMIGOS NOS EXTRAMOS MUCHO DE TAN PROLONGADA AUSENCIA, LO CIERTO ES QUE CONFLUYERON VARIOS ASPECTOS PARA QUE ESTO SUCEDIERA, PEDIMOS DE SOBREMANERA DISCULPAS Y LES ASEGURAMS QUE ESTO NO PASARÀ MÀS, GRACIAS POR SU COMPRENCIÒN.
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